Mi amor por Suecia comenzó hace mucho. Antes incluso de poder situarla en un mapa y antes incluso de saber que todo lo relacionado con ese país me llamaría siempre la atención, especialmente musicalmente hablando.
El año pasado en el concierto de Gossip conocí a una pareja entrañable. No sé cómo, pasadas ya las 12 de la noche y siendo por lo tanto oficialmente el 14 de julio de 2009, mi vigésimoquinto aniversario, mis acompañantes y yo empezamos a hablar y a comentar el concierto con un grupo de personas de diferentes países y me encontré aplaudiendo al son del 'cumpleaños feliz' en idiomas como el alemán, el inglés o el sueco. Dado nuestro nivel de embriaguez y a pesar de que era lunes, decidimos continuar con el subidón. De Marina a Plaça Catalunya en un abrir y cerrar de ojos. De Las Ramblas a nuestro asíduo Moog en menos tiempo todavía. Mi amistad con Anders y Karla se fraguó, no obstante, mucho antes de llegar a nuestro antro por excelencia. 'I love your country, guys. I really love it.' Fui sincera y ellos lo supieron desde el principio, igual que yo supe que su amor por Barcelona era (y es) eterno. Hablamos de música, de costumbres, del tiempo, de la playa, de nuestros estudios, de los impuestos, de la monarquía, de las putas. Hablamos de la vida. Y descubrimos en unas horas que éramos amigos. De los de verdad. No necesitamos conocernos desde niños ni haber crecido en la misma ciudad. Sólo necesitamos mirarnos, abrazarnos, bailar y charlar para saber que estábamos conectados.
Un año después, y gracias al santo Facebook que nos permite hablar diariamente, nos hemos reencontrado en el barrio de Gràcia. Una caña en una terracita en la Plaça del Sol, risas en inglés, español y sueco, amor y confidencias entre tapas y nostalgia entre cafés. Y una promesa: el próximo encuentro, en Suecia.
Así sea.
I love u guys.